Día Internacional de la Mujer

Mensaje del padre obispo Fernando M. Croxatto

En el Día Internacional de la Mujer, quiero saludar especialmente a cada una de las mujeres de la diócesis y a todas las mujeres creyentes o no de todo el territorio neuquino.

Es día de conmemorar, de reflexionar y dialogar. Para eso, quiero recordar una frase del papa Francisco, en su exhortación ‘La Alegría del Evangelio’: “Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente”. Y dice “se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales”(EG.103-104).

Es evidente que el reclamo de la dignidad de las mujeres por la equidad de derechos, nos habla cada día más de un tiempo histórico que tenemos la obligación de escuchar y la imperiosa necesidad de acompañar desde el corazón, los pensamientos, las palabras y las obras.  Ya nadie puede dar vuelta la cara a esta realidad que nos compromete a humanizar la humanidad en todas sus formas.

Los gritos, clamores y dolores que suben al cielo y nos golpean cada día , desde los abusos, las violencias físicas y psicológicas, el acoso laboral y las injustas diferencias salariales y jerárquicas que se ejercen sobre las mujeres, nos reclaman una nueva mirada y un nuevo accionar que no nos permiten mirar hacia otro lado.

Cada año recordamos con insistencia a todas las mujeres de la historia de la humanidad y de la Iglesia que fueron haciendo camino y nos enseñaron valores trascendentales para la convivencia humana. Este año, agradezco el trabajo que han realizado algunas mujeres de la Diócesis de Neuquén centrado en los desafíos planteados por la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe y que es una buena guía para trabajar durante todo el año.

El desafío allí planteado: “la necesidad de reconocer y valorar el rol y el aporte de la mujer en la historia, en la sociedad y en la Iglesia”; como la propuesta de: “crear la pastoral de las mujeres en la Iglesia local, nacional y continental, que garantice su promoción integral y participación efectiva en la vida de la iglesia y de la sociedad; creando espacios para que mujeres de pueblos originarios, afrodescendientes y campesinas, compartan sus conocimientos experiencias y prácticas en diversos ámbitos eclesiales”(#22), nos invitan a ser protagonistas responsables en este tiempo y a trabajar unidos para hacerlas efectivas.

Agradeciendo la presencia de tantas mujeres que voluntariamente -en nuestras comunidades, pastorales y movimientos ofrecen su ‘genio femenino’ y donan su tiempo y sus bienes para el bien de todos- les acerco mi afecto, oración y mi bendición, desde el corazón de nuestra Mujer y Madre querida, María Auxiliadora .

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