La VI Misión Juvenil Diocesana reunió alrededor de 600 jóvenes durante el fin de semana largo

Los jóvenes rezaron el Rosario Viviente en la Isla 132. Foto: Multimedia Diócesis de Neuquén

La ciudad de Neuquén fue sede de la VI Misión Juvenil Diocesana, un evento que reunió a cientos de jóvenes católicos de distintas parroquias y comunidades de la región. En la misa de cierre se anunció que la próxima edición se celebrará en la ciudad de Rincón de los Sauces.

Organizada por la Diócesis de Neuquén, y bajo el lema “Vayan e inviten a todos al banquete» (Mt. 22,9) se llevó adelante la VI Misión Juvenil Diocesana. El objetivo fue fortalecer la fe, el servicio comunitario y promover el compromiso social y espiritual de los participantes, a través del encuentro con el prójimo, siendo “Iglesia en salida”.

La misión comenzó el pasado jueves 10 con la recepción y bienvenida a los jóvenes en parroquias y colegios católicos, en tanto que los días posteriores, hasta el domingo 13, los jóvenes misioneros llevaron a cabo diversas actividades en distintos puntos de la ciudad, desde visitas a hogares, asistencia a personas en situación de vulnerabilidad y la realización de talleres de formación espiritual y espacios de oración compartida en el gimnasio del colegio Don Bosco, guiados por la Fundación “Apóstoles de Lourdes” de la provincia de Tucumán y el Departamento Nacional de Animación y Pastoral Bíblica (DeNAPBi) de la Conferencia Episcopal Argentina.

No faltaron los momentos de reflexión, el testimonio de los jóvenes participantes, y la música y juegos para celebrar cada jornada que dejó una huella significativa en la comunidad neuquina. El acto de cierre tuvo lugar este domingo al mediodía en la Isla 132 y contó con la presencia del padre obispo Fernando M. Croxatto, quien dirigió una misa especial de acción de gracias, acompañado por sacerdotes, diáconos, seminaristas y laicos.

En la homilía el Padre Obispo, en referencia a la lectura del día, recordó que “Dios no se da todo, hasta que nosotros no nos damos todo a Dios”, al tiempo que instó a los jóvenes a que “no bajen la guardia, no apague los sueños, no dejen de soñar, no dejen de pensar cosas grandes, porque nacimos para cosas grandes”.

“Cada uno de nosotros, cada uno de ustedes, jóvenes, valen mucho”, les dijo y les recalcó que no es lo material o banal lo que otorga ese valor, sino que “valen por la sangre de Jesús, por la vida de un Dios que se entregó por nosotros. Ese es nuestro valor y es ahí en donde tenemos que poner nuestras fuerzas”.

“Él se entregó por la vida, para que vos tengas vida, para que yo tenga vida… No tiremos la vida en cualquier barro, no la perdamos”, les dijo, en clara referencia a las adicciones y tentaciones a las que se enfrentan los jóvenes en su vida diaria.  Y les enfatizó “No olviden que Jesús nos mira con amor, y cuando esa mirada atraviesa el corazón, no podemos dejar de mirarlo”.

“Y es esa mirada de amor la que proponemos en cada Misión Juvenil: amar y ponerse en el lugar del otro”, les expresó -en alusión a las visitas a los hogares, y el acompañamiento a familias y niños-, y puntualizó “No tiene la vida otro sentido, si no la damos así: Para que otros también tengan vida”. Y los llamó a compartir todo lo vivido, “el amor y el servicio”, en las familias, las comunidades y los colegios a los que pertenecen.

En otro punto, el padre obispo Croxatto, retomando el gesto de “dar todo a Dios” y el significado que tiene para “el otro”, aprovechó la oportunidad para anunciar que los diáconos de la Iglesia neuquina: Martín y Mario, se ordenarán sacerdotes el próximo 20 de diciembre.   

Por último y en el marco del Día Mundial de las Misiones, llamó a los jóvenes a “responderle a Jesús, a no achicarse y dejar todo aquello que sienten que los detiene” y a agradecer a “todos aquellos que por su sí, han hecho posible que nosotros pudiésemos encontrar este camino. Gracias a la vida de muchos estamos nosotros acá”; en este mismo sentido, consignó a los presentes a decirles “Gracias por tu sí” al que tenían al lado. 

Al término de la celebración, y ante la expectativa de los jóvenes, se anunció que la VII edición de la Misión Juvenil Diocesana, se realizará en la localidad de Rincón de los Sauces, prometiendo ser un encuentro lleno de alegría y esperanza, con nuevas acciones de fe y servicio.

La ciudad de Neuquén fue bendecida por los jóvenes

El sábado por la noche, luego de la misa celebrada en la Parroquia Catedral María Auxiliadora, el obispo Fernando M. Croxatto, encabezó la columna de jóvenes que se dirigió hacia el Cristo de la Hermandad -al final de la Avenida Argentina-. Desde allí animó a los jóvenes a que lo acompañen a orar para encomendar y consagrar la ciudad de Neuquén al Inmaculado Corazón de la Virgen María.

La oración comenzó pidiendo por la protección y bendición de la vida de cada uno de los habitantes de la ciudad, “sus trabajadores y de quienes transitan las calles neuquinas”; confiando en la mirada de la Virgen, “las alegrías y tristezas de la ciudad, los encuentros y desencuentros cotidianos; las luchas por el bien común en tantos frentes vulnerados”, que claman por “una vida más digna y equitativa y justa para todos”, oraron.

“Ayúdanos Madre a vencer todas las desesperaciones, a ser más fuerte de todo lo que parece quitarnos la esperanza”, que Neuquén sea “una ciudad que sepa acoger a tantos que llegan a diario en búsqueda de un futuro mejor”, y que cada uno de quienes la habitamos “podamos ser constructores de esa amistad social, de esa fraternidad”, clamaron.

En otro punto de la plegaria, expresaron “que se enciendan las luces en esta ciudad, frente a las tinieblas de la violencia, de la indiferencia, la manipulación y el desprecio de la vida” (…) “Ayúdanos a seguir buscando entre todos, cómo sostenernos, acompañarnos, a hacernos cargos de tantos hermanos heridos y descartados”.

Y en cuanto a los jóvenes pidieron a la Virgen: “defiende a los jóvenes tentados por la droga y que por intercesión podamos librarnos de aquellos que han venido a destruir personas, familias, barrios, instituciones, sembrando esclavitud y desolación”.

“Madre María Auxiliadora, que nuestra ciudad de Neuquén, en el próximo Año Santo, le abra las puertas a Cristo, el que era y es el sentido de tu vida. Sólo en Él y con Él, se camina seguro. Está la verdad, la libertad, la alegría, la vida verdadera”, expresaron.

De este modo, encomendaron a la Virgen, “el futuro de la ciudad de Neuquén (…), sus necesidades y aspiraciones, sus angustias y esperanzas”, clamando que sea su Corazón -el de María-, el que nos guíe a todos, ciudadanos comunes y gobernantes por el camino del diálogo, el encuentro, el amor y la paz”.

El detalle del cierre, lo dieron los jóvenes, quienes, con agua bendita, y guiados por el padre obispo Fernando M. Croxatto, bendijeron la ciudad.

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