Su lema de ordenación presbiteral es: Mi alma canta la grandeza del Señor, porque ha mirado la pequeñez de su servidor.
En el día de la Virgen de Guadalupe, Oscar recibió la ordenación presbiteral de manos del padre obispo Fernando M. Croxatto.
En este día de fiesta de la Iglesia Diocesana de Neuquén −y con los cuidados que exigen los protocolos de prevención por la pandemia−, la Catedral María Auxiliadora recibió a familiares, amigos, sacerdotes, diáconos y seminaristas que compartieron camino con Oscar.
Homilía del padre obispo Fernando M. Croxatto
Querido Oscar:
¡Cómo te pagaremos todo el bien que nos hiciste! Así lo cantamos en tu diaconado junto al padre Fede y ahora seguimos cantando con María: ‘Mi alma glorifica al Señor mi Dios’… No podía ser de otro modo, ya que sos el ‘pájaro cantor’…
Y esta expresión nos acerca al corazón de nuestra Madre, a su intimidad silenciosa, la que venía rumiando en el camino a la casa de su ‘parienta Isabel’. Su corazón contemplativo, rebozaba de ‘alabanza, de gratitud, de esperanza’; su corazón que estaba en Dios, experimentó la certeza que Jesús seguirá revelando “Padre te alabo porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has revelado a los pequeños, si Padre así lo has querido”. Que tu corazón, Oscar, que hoy marcás con esta expresión, sea ‘mariano’, que esté en Dios y que bueno recordar aquel dicho tan cierto ‘que el corazón del que ama, está más en el amante que en sí mismo’.
Este corazón de María que estaba en Dios, que amaba, que no estaba en sí mismo, también estaba en su pueblo, en sus hermanos. ¿Acaso el Sí del anuncio, no fue un no mirarse a sí misma sino el bien de ese pueblo que esperaba al Salvador? ¿Acaso esta visita a su prima no nos dice ‘dónde tenía puesta su prioridad’, que eran los otros? ¿Acaso hoy no estamos celebrando a la Guadalupana, en la que ‘desde su santuario hace sentir a sus hijos más pequeños que ellos están en el hueco de su manto’ (DA. 265)? ¿Acaso podemos ser sacerdotes sin estar al lado de la gente, sin salir a su encuentro en sus alegrías y tristezas que hoy son tantas? Cuidado con la tentación de las redes y la virtualidad, porque está bien ser animadores y organizadores virtuales, pero lo nuestro −y lo que la gente necesita y espera− es que miremos su rostro, sintamos su corazón, le hablemos a su corazón, las abracemos y las bendigamos, pero no virtualmente.
Qué claridad tenía María en su amor. Ella sabía “qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar”. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte». (FT.87). En este tiempo el testimonio de apertura y acogida a lo distinto, de escucha a fondo, de cercanía y misericordia, de ponernos a la par y caminar junto a los otros, de fraternidad, nos desafía como iglesia y como sacerdotes más aún.
El corazón del pastor es ‘un corazón que ama’ y qué bien nos hace en el silencio de la oración cada mañana, dejarnos interpelar por el Señor en la Liturgia de las Horas. Un texto rezado en estos días de San Pedro Crisólogo decía: “La exigencia del amor no atiende a lo que va a ser, o a lo que debe o puede ser. El amor ignora el juicio, carece de razón, no conoce la medida. El amor no se aquieta ante lo imposible, no se detiene ante la dificultad… El amor engendra el deseo, se crece con el ardor y, por el ardor, tiende a lo inalcanzable. ¿Y qué más? El amor no puede quedarse sin ver lo que ama: por eso los santos tuvieron en poco todos sus merecimientos, si no iban a poder ver a Dios”. Y nosotros, sacerdotes, tomados por Cristo en el altar, hacemos viva la víctima del amor sin medida, por eso estamos hechos para la Eucaristía.
¡Cómo no hacer presente tu historia tejida desde la Palabra de Dios, movimiento que te alimentó en tu juventud! En esto también, que tu corazón sea mariano, como lo muestra su canto, Ella habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se le hace su palabra, y su palabra nace de la Palabra de Dios. Además, así se revela que sus pensamientos están en sintonía con los pensamientos de Dios, que su querer es un querer junto con Dios. Y no te olvides de tener a mano siempre el Rosario, en donde ‘El pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor y donde recibiremos, mediante el Rosario, abundantes gracias de las mismas manos de la madre del Redentor”. (DA.271)
Termino recordando lo que les decía a vos y a Fede: sean dignos de ser sacerdotes, no te olvides nunca quién está detrás de la historia. Dios se va a asomar a través de muchas personas y circunstancias y cada tiempo ‘maravilloso o difícil, como decía Pablo VI, nos invitan a ser santos’. Que María, mujer creyente y valiente, sea siempre ‘rostro y corazón’, que te cuide en esta fidelidad. Amén
Historia de vida
Oscar Bernardo Carús nació el 2 de octubre de 1983, en la ciudad de Plottier. Hijo de Oscar Leonardo Carús y de Noemí del Carmen Betancurt, el tercero de nueve hermanos.
Fue bautizado el 15 de Agosto de 1998 y tomó la primera comunión el 8 de diciembre del mismo año. Recibió la confirmación el día 2 de diciembre de 2000 de manos de Monseñor Agustín Radrizzani. Todos estos sacramentos los recibió en la parroquia San Antonio de Padua de Plottier.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela N°92 Pedro B. Palacios Almafuerte y los secundarios los realizó en el CEPEM N°8, Dr Alberto Plottier.
Desde el año 2000, Oscar participó en diversas actividades en su parroquia, entre ellas la animación de la catequesis y de la Infancia y Adolescencia Misionera en las comunidades de los barrios La Esperanza y 2 de Abril. Participó del ministerio de música de la parroquia. Durante esta etapa fue miembro del Movimiento de la Palabra de Dios. Y parte del Equipo Diocesano de Pastoral Juvenil.
Durante este tiempo de oración y servicio descubrió su llamado a la vida sacerdotal. Luego de un período de discernimiento en el que fue acompañado por el p. Roberto Gómez y la hermana María Cristina del Carmen, Carmelita Descalza, ingresó al seminario el 19 de marzo de 2011.
Realizó el año introductorio en el seminario San José en Cañadón Seco, Provincia de Santa Cruz, para luego continuar su formación en el Seminario Patagónico San Pedro y San Pablo, en Villa Devoto, Capital Federal.
Durante esta etapa tuvo como destinos pastorales la Parroquia Ntra. Sra. de la Candelaria, en el barrio de Floresta; Parroquia San Cayetano del barrio de Liniers y Parroquia Virgen Inmaculada en Villa Soldati.
En el año 2016 realizó su año pastoral en la parroquia María Auxiliadora de la ciudad de Centenario. Luego de finalizados sus estudios en el seminario, tuvo como destino la Parroquia San José de San Martín de los Andes.
Actualmente, acompaña las comunidades de la Parroquia Nuestra Señora de la Paz, Parroquia San Pablo y Parroquia Madre de los Pobres, en Neuquén capital.